Viaje al pasado vol.2 (Homenaje)

Eran otros tiempos. Usted y yo éramos más jovenes. Unos niños en sentido literal. Y él también era más joven por aquel entonces. Pero nos trataba con la misma seriedad, el mismo respeto, que si fuéramos adultos. Hasta nos trataba de usted durante los partidos.

Su "Sigan, sigan" cuando había dudas sobre una posible falta parece que aún resuena en mi cabeza. Y no era el único detalle, pues con él los cambios se anunciaban. "Cambio en Isabel la Católica" y sentías como los ojos de aquella masa de niños y de algunos hermanos mayores y padres, se clavaban en ti, que sin embargo no sentías ninguna presión. Y entre semana aparecía por el Cole, con su bici y su red de balones, y nosotros ansiosos por ver cómo íbamos en la liga y cuándo jugábamos ese sábado. Y hasta alguna vez salían los máximos goleadores!!! Las semanas que no le veíamos (porque venía antes de las cuatro y media) ver la hoja era algo mágico, como cuando te despertabas en reyes y tenías algún regalo. Él había estado allí y de nuevo te sentías todo un futbolista, pese a llevar una mochila con dibujos en la espalda.

Aparte estaban las fotos, el primer testimonio gráfico "oficial" del equipo del cole, para muchos el primer equipo de su vida. Lógicamente, con algunos posando como mandaban los cánones de la época: los de la fila de arriba con los brazos cruzados, y la mayoría guiñando los ojos por el sol. Y luego él te las regalaba. Y probablemente, tanto usted como yo conservamos más de una de aquellas fotos. Recuerdo que hace seis o siete años, un día que estuvo viendo un partido nuestro, le estuve intentando convencer para que hiciera una exposición con todas ellas, pues probablemente tuviera material no para hacer una exposición, sino dos o tres. Recuerdo que él no me dijo que no, pero me dio a entender sutilmente que no le gustaba reclamar la atención de los demás.

Y más que aquellas fotos, muchos conservamos el recuerdo de un hombre que se llama Mariano, con su inconfundible cabeza afeitada y sus gafas, que se dejaba los gemelos dando pedales de un colegio a otro y a la magdalena al mismo ritmo que el gusanillo del fútbol comenzaba a desarrollarse en no se cuantas generaciones de niños.

Hoy día, el pabellón cubierto se llama Lorenzo Rico en homenaje al colmenareño que llegó a ser portero de la selección española de balonmano.
Hoy día, el campo de fútbol de la AD Colmenar se llama Alberto Ruiz, en homenaje al futbolista local que llegó a jugar en primera división.

Hoy día, están terminando las obras de acondicionamiento de las pistas de la Magdalena y creo que no soy el único que cree que deberían llevar su nombre. Porque su éxito no fue recogido por la prensa, y su nombre no aparece en el google, sino en los recuerdos de tantos colmenareños, que, como probablemente usted y como yo, nos empezamos a aficionar al deporte por su fe en nosotros, y su amor al deporte.